miércoles, 3 de septiembre de 2008




Recogió su capa aterciopelada, tan suave y fina como una nube que descansaba en el sillón de brazos donde dormía placidamente su gato Claws.

No veía su reflejo en el espejo pero intuyó su aspecto:

Era alto, delgado pero atletico. Llevaba el pelo largo calentandole su huesuda espalda. Si se apartaba los mechones azabache de su frente, quedarían al descubierto sus pequeños y alargados ojos perfilados con unas cortas y espesas pestañas ; su mirada era penetrante y resultaba tremendamente atractiva. Su larga y gran nariz daba personalidad a su, ya sin proponerselo, adictivo rostro. Y por último su boca. Su gran boca, sus finos labios, su perfecta dentadura y sus afilados colmillos que repasaba con la lengua una y otra vez.

Su sed de sangre casi le enloquecía pero, pese a ello, pensaba con una impactante claridad. El único deseo latente era sentir de nuevo en sus venas ese jugo espeso de la juventud y vida eterna.

Odiaba en lo que se había convertido: Odiaba depender de los demás para hacer perdurar su parasitaria existencia, pero a la vez era tanto su placer al calmar su ansia de sangre que, en ocasiones, se acontentaba de ser esa criatura de la noche.

Clavar sus colmillos en alguna joven piel y notar bajo sus dientes como se separaba el tejido dejando paso a esos afilados cuchillos y ya al fin, saborear la sangre como si fuese la última vez que mataba para vivir.

Como si fuese la última noche.

1 comentarios:

Pame dijo...

Por qué no sigues escribiendo?

 
Memorias de una manzana~